- La dignidad de la persona humana: La dimensión esencial es la relacionalidad, porque el ser humano es Imagen de Dios ya que el hombre se relaciona con él. Una sociedad justa depende del respeto de la dignidad. Y se debe garantizar una igualdad.
- El bien común: busca encontrar plenitud de sentido, permite el logro de la propia perfección, es indivisible porque solo juntos es posible alcanzarlo. Es responsabilidad de todos y cada uno. El gobierno en cada país tiene el deber de armonizar con justicia.
- Destino universal de los bienes: Todos deben gozar de los bienes para su propio desarrollo, se dice que es el “primer principio de todo el ordenamiento ético-social” y “Principio peculiar de la doctrina social cristiana”.
- La subsidiaridad: Expresa y defiende los derechos y autonomía de cada uno de los personajes en el ámbito de la sociedad. Es la solución contra el Estado centralizado. Su raíz es: la persona autónoma, la comunidad menos como autónoma. Es así que la comunidad superior debe apoyar a la persona y a la comunidad menor.
- La participación: Consecuencia de la subsidiaridad. Se debe cumplir con vistas al bien común, es necesario que la sociedad participe en la vida pública, políticamente se deben instaurar privilegios ocultos, implica considerar a los personajes como “sujetos”, implica correcta responsabilidad.
- La solidaridad: Tiene determinación firme y perseverante de buscar el bien común, constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social, confiere relieve: a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino común de los pueblos hacia una unidad cada vez convencida.
jueves, 19 de mayo de 2016
PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
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